La caída en desgracia de uno de los hombres más importantes del chavismo en Venezuela, Tareck El Aissami, no es un escándalo de corrupción más, sino un caso cuyas ramificaciones permiten al gobierno de Nicolás Maduro enviar un “mensaje” para reprimir nuevas traiciones políticas, según expertos.

Por VOA NOTICIAS

El Aissami, quien llegó a ser vicepresidente de Maduro, su ministro de Petróleo y máximo responsable de sus asuntos económicos, fue detenido en abril y acusado de corrupción con los mercados energético y de criptomonedas, a sólo cuatro meses de una votación presidencial donde Maduro quiere reelegirse.

Abogado, exdiputado y exgobernador respaldo por el Partido Socialista Unido de Venezuela, también sancionado por Estados Unidos, El Aissami no sólo fue acusado por el fiscal general Tarek William Saab de pertenecer a una red de corrupción y desfalco, sino además de presuntamente participar junto a líderes opositores en un plan para derrumbar al gobierno madurista.

El fiscal, también exdiputado y exgobernador del chavismo, presentó audios de otros involucrados, ya arrestados en Venezuela, para comprobar sus acuerdos con dirigentes antichavistas, como Leopoldo López y Julio Borges.

Según el propio presidente Maduro, esa conspiración en su contra data al menos de enero de 2018, meses antes de su reelección en unas elecciones disputadas por la oposición, e involucró un atentado en su contra, el intento de golpe de Estado de abril de 2019 y otra insurrección que incluía una incursión armada en las costas de Macuto, cerca de Caracas.

“Estaban articulados para destruirnos desde adentro el plan de recuperación económica (…) nos sabotearon, los enfrenté, los descubrí. Eran de mi mayor confianza. Los capturé, están presos, convictos y confesos y caerá todo el peso de la ley sobre ellos”, dijo el jefe de Estado en su programa televisado del último lunes de abril, la semana pasada.

El arresto de El Aissami ocurrió un año después de que renunciara a su cargo como zar petrolero tras revelarse, a su vez, la corrupción en la industria petrolera y en el mercado de criptomonedas del Estado venezolano. El fiscal confirmó más de 60 arrestos por esa trama de corrupción.

Leopoldo López, por su parte, admitió desde el exilio sus conversaciones con el entorno de El Aissami y, refiriéndose al fiscal Saab, lo acusó de estar “grabado” también en su presunto intento de “explorar la salida de Maduro”.

Más que un pase de factura

Para el politólogo Walter Molina Galdi, es “obvio” que el chavismo encarceló a El Aissami no por la corrupción, sino al confirmar su conspiración.

Su arresto, así como los del empresario Samark López y el exministro Simón Zerpa, no es un mero “pase de factura” a un grupo político que «se descarriló» y traicionó al chavismo, opinó. “Es un mensaje a cualquier otro que esté pensando en seguir esos pasos”, dijo.

Tareck El Aissami, entonces vicepresidente del gobierno venezolano, escucha al presidente Nicolás Maduro hablar junto a su esposa, Cilia Flores, durante un recorrido por las obras del estadio de béisbol de La Rinconada, en Caracas, el 19 de mayo de 2018.

La necesidad de enviar ese mensaje significa que Maduro y sus colaboradores creen que hay “otros factores propensos a empujar hacia un cambio de timón” en el poder político de Venezuela, mediante una transición liderada por la oposición o por ellos mismos, indicó Molina Galdi.

“Queda claro entonces que a lo interno de la élite gobernante hay bastantes problemas de los cuales podemos ver apenas la punta del iceberg, precisamente porque se trata de un régimen no democrático donde la comunicación transparente es inexistente”, apuntó.

Mensaje teledirigido

La detención de El Aissami y la revelación de los detalles de su traición al gobierno de Maduro son un caso “evidentemente teledirigido para enviar un mensaje” a quienes forman parte del chavismo en una estructura “piramidal” donde no hay pluralidad ni estructuras democráticas o de decisiones verticales, según el politólogo José Vicente Carrasquero.

“Envía un mensaje: ‘mientras sea fiel a mí, estás bien; el día que esa fidelidad esté en entredicho, tendrás que enfrentarte a nuestro aparato legal judicial’”, comentó en conversación con la Voz de América.

Carrasquero valoró que el caso de El Aissami evidencia que hay “una disidencia” dentro del chavismo, expresada en las voces de ex ministros de Hugo Chávez que incluso han llamado a votar por alguien distinto a Maduro y han criticado sus acciones de gobierno.

Varias firmas privadas han presentado encuestas en las que la valoración positiva y la intención de voto a favor de Maduro rondan entre 12% y 20%.

En ese contexto, un ex ministro de Chávez y de Maduro, Andrés Izarra, sugirió que el chavismo contemplaba la idea de sustituir a Maduro como candidato por sus números en las encuestas. Con Maduro en campaña electoral, ese escenario se descartó.

Carrasquero, por su parte, interpretó las denuncias contra El Aissami como una confirmación de que hay “fisuras” dentro del chavismo. En ese sistema, insistió, la fidelidad política no se entiende como un mero acto de creer en el líder o quien gobierna.

“La fidelidad es producto de un sentido de opresión, de un sentido de que ‘yo puedo ser el próximo’ y eso evidentemente genera situaciones de bastante precariedad alrededor de la unidad que pueda expresar el chavismo de cara al proceso electoral”, sentenció.

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