El número de inmigrantes bajo vigilancia electrónica por parte de la agencia de inmigración de Estados Unidos en la región de Chicago, Illinois, ha experimentado un incremento exponencial de más del 555% en los últimos cinco años. 

Esta cifra abarca a todas las personas que residen en los estados de Illinois, Indiana, Wisconsin, Missouri, Kentucky y Kansas, y que están siendo monitoreadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

De acuerdo con un informe del Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse, se ha observado un aumento significativo en el número de individuos bajo arresto domiciliario electrónico. 

Entre septiembre de 2019 y el mes pasado, esta cifra experimentó un crecimiento de más del 550%, pasando de 2.921 a 19.160 personas.

Quienes son supervisados electrónicamente por la oficina de ICE en Chicago permanecen en el programa, en promedio, durante casi dos años.

Según Adam Sawyer, investigador de TRAC, este verano Chicago le quitó a San Francisco el primer lugar, en cuanto al número de personas bajo monitoreo electrónico.

“Ha estado aumentando de manera constante durante un tiempo”, comentó Sawyer.

“Cada vez que salía, notaba que Chicago estaba avanzando lentamente y San Francisco se mantenía estable”, agregó.

Los métodos de monitoreo electrónico, empleados por ICE son diversos y van desde dispositivos simples como tobilleras hasta tecnologías más sofisticadas similares a relojes inteligentes. 

La mayoría de los individuos bajo vigilancia, más de 15.700, utilizan una aplicación llamada SmartLINK que combina reconocimiento facial y GPS para asegurar el cumplimiento de las condiciones impuestas.

Inmigrantes con monitores electrónicos en Chicago

Yudis sufre las consecuencias físicas y emocionales de llevar un monitor de tobillo desde hace casi un año. 

La hinchazón en el tobillo, los cambios en su ciclo menstrual y las hemorragias nasales son solo algunos de los problemas de salud que ha experimentado.

Yudis, una inmigrante venezolana que solicitó el anonimato por motivos legales, se sintió desconcertada cuando, tras cruzar la frontera con su hija adolescente embarazada, las autoridades migratorias le impusieron un dispositivo de monitoreo electrónico. 

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Esta medida, que lleva casi un año restringiendo su libertad de movimiento, la ha sumido en una incertidumbre constante, lejos de su esposo y con su hijo en otro estado.

«Es horrible (…) Desde que me pusieron ese monitor en el pie, todo mi cuerpo ha cambiado», dijo.

Inmigrantes en cárceles de ICE

Después de pasar tiempo detenido en una cárcel de Illinois destinada a inmigrantes, César, quien reside en los suburbios, fue puesto en libertad debido a un cambio en la legislación.

Antes de su inclusión en el programa SmartLINK, estuvo sujeto a una medida de vigilancia electrónica que consistió en el uso de un monitor de tobillo durante aproximadamente doce meses. 

Dada su situación actual de monitoreo continuo por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), solicitó que se omitiera su nombre completo.

“La alternativa a tener este monitor puesto era ser detenido o deportado a México”, expresó Cesar. “Así que, por supuesto, para mí, el monitor era el mejor resultado porque estaba con mi familia”.

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